Me llamó la atención una terapia donde el terapeuta andase a cuatro patas. Así que me acerque a la experiencia, no sin dudas, para conocer de primera mano lo que podía aportar para mi autoconocimiento o mejora personal.
La conclusión es que Pluma es una brújula. Pero por eso mismo no hay que perder el norte. El animal nos identifica y pone sobre la pista. Es muy importante mantenerse centrado y atento a las indicaciones del terapeuta que es el verdadero valedor de la terapia.
Como terapia de grupo, me pareció dinámica, relajante y llena de matices gratificantes.
Un soplo de aire fresco en el día a día.